Discurso en el Ateneo de El Salvador

El Dr. Manuel Bonilla entrega la estatuilla del Mérito Artístico a OPUS 503.

DISCURSO DE ACEPTACIÓN RECONOCIMIENTO AL MÉRITO ARTÍSTICO 2025 POR JOSÉ GUERRERO PARA EL ATENEO DE EL SALVADOR

Distinguidas autoridades del Ateneo de El Salvador, estimadas familias, amigos, colegas del arte y de la música, muy buenas noches:

Hoy, al recibir esta Presea al Mérito Artístico, sentimos que no es sólo un reconocimiento a un grupo musical, sino al largo eco de una historia que nos precede y nos inspira.

OPUS 503 es fruto de un legado. Nuestras tres voces — la de Mauro Iglesias, Esaú Osorio y la de este su servidor, José Guerrero — nacen de una tradición forjada con rigor, con sensibilidad y con amor por el arte vocal. Durante casi doce años, los maestros Joseph Karl Doetsch y Gladys de Moctezuma fueron los arquitectos de ese sonido que hoy nos identifica; con ellos aprendimos que cantar no es solo emitir notas, sino ofrecer el alma.

El maestro Doetsch, cuya memoria honramos especialmente esta noche, inició su camino musical en su natal San Miguel. Allí, siendo muy joven, fue alentado por el entonces padre Óscar Arnulfo Romero, hoy San Romero de América, para convertirse en el primer director coral y pianista de la Catedral de San Miguel. Ese impulso inicial lo llevó a encontrarse con el gran maestro Ion Cubicec, fundador de la Coral Salvadoreña, hasta hace unos meses Coro Nacional de El Salvador. De esa herencia — de Romero, de Cubicec, de Doetsch — venimos nosotros. Somos una ramificación viva de esa escuela que enseñó que la voz puede ser instrumento de fe, cultura y patria.

Y si esa es nuestra raíz, nuestra historia reciente tiene nombres igualmente luminosos: el maestro Mauricio Bonilla, quien con visión casi profética conformó la idea y la primera alineación de lo que sería OPUS 503; el productor Samuel Quirós, que creyó en nosotros en los primeros pasos; y el tenor Eduardo Fuentes, cuyo consejo nos encaminó hacia una música dedicada a El Salvador.

Gracias a él encontramos al compositor Mario Ancalmo, inigualable compañero de viaje en esta aventura que inició un 16 de enero de 2017.

Mauro Iglesias, Esaú Osorio y José Guerrero ingresan a la Ceremonia de premiación del Ateneo de El Salvador.

Desde entonces, con cinco discos dedicados a El Salvador — pero también a la ópera, la música clásica y los grandes musicales — OPUS 503 ha representado a nuestro país en Los Ángeles, Nueva York, Washington DC, Uruguay, España, Italia, Austria y, más recientemente, como parte de nuestra gira Corazón de Añil, en Panamá, China, Corea del Sur y Japón.

Desde el Sakura Hall de Tokio, los Jardines Vaticanos, o el inolvidable Estudio Molière en la hermosa ciudad de Viena, el motor que ha impulsado nuestro trabajo es el orgullo de ser salvadoreños, y el deseo de mostrar un formato musical que une la lírica con la emoción de nuestras raíces.

No hacemos solamente música popular: llevamos la música clásica a cada rincón del país, y ahora la música salvadoreña a escenarios donde jamás se había escuchado el nombre de El Salvador. Prueba reciente es que en este 2025 nos convertimos en los primeros salvadoreños y los primeros centroamericanos en ofrecer un concierto de música salvadoreña y centroamericana en China y Corea del Sur.

Y es así como la música nos ha dado el regalo de vivir momentos que van más allá de lo artístico, y trascienden a lo espiritual. El 6 de noviembre de 2024, en la Ciudad del Vaticano, tuvimos el inolvidable honor de conocer al Papa Francisco, y presentar por primera vez una colección de música salvadoreña ante el pontífice y la Santa Sede. De ese encuentro nació la canción “Semillas de Esperanza”, pieza musical de nuestra autoría e himno del proyecto solidario del recordado Papa Francisco con nuestro país. Para nosotros un instante de revelación: comprender que la música que nace en una pequeña nación puede tocar corazones en el mundo entero, si está hecha con verdad, fe y con propósito.

Y, sin embargo, a pesar de todo lo antes mencionado sabemos que este camino no es, ni ha sido fácil. Promover la música clásica, la lírica y la ópera en tiempos dominados por lo comercial es una montaña empinada que exige perseverancia, disciplina, convicción y amor.

Nuestros maestros nos lo advirtieron desde el principio: este camino no sería el más fácil ni el más rápido. Pero lo emprendimos con valentía, conscientes de que hablar de El Salvador en diferentes escenarios del mundo era una misión tan desafiante como necesaria, pero también satisfactoria.

El pasado jueves 27 de noviembre 2025 se llevó a cabo la X Edición de la entrega de la Presea al Mérito Artístico del Ateneo de El Salvador.

Y hoy, con humildad y orgullo, podemos decir que cada vez que cantamos, El Salvador también canta.

Por eso, recibir esta presea del Ateneo de El Salvador, cuna del pensamiento, el arte y la literatura nacional desde 1912, tiene para nosotros un valor profundamente significativo. El Ateneo ha sostenido durante más de un siglo la llama de la cultura salvadoreña, y este reconocimiento nos recuerda que el arte no solo entretiene: también educa, eleva y une.

En nuestro propio recorrido hemos querido contribuir a esa misión, llevando la música a escuelas, universidades y comunidades, porque creemos que el arte no debe ser un privilegio, sino un puente de encuentro y esperanza.

Y más allá de los escenarios, cada vez que interpretamos música salvadoreña sentimos que estamos construyendo identidad: la de un país pequeño, sí, pero de alma inmensa, que aprende a reconocerse a sí mismo a través de su sonido. Esa es, quizás, nuestra mayor vocación: dar voz a lo que somos.

OPUS 503 recibe el reconocimiento al Mérito Artístico 2025, un año después que su maestro Joseph Karl Doetsch.

Recibimos este honor un año después de que fuese entregado de manera póstuma a nuestro maestro Joseph Karl Doetsch. Y sentimos que el destino quiso unir ambos homenajes para confirmar que su enseñanza, así como la de Gladys de Moctezuma, siguen vivas, que su camino fue el correcto y que su voz continúa resonando en las nuestras.

Agradecemos a nuestras familias — pilares silenciosos de cada esfuerzo — y al Ateneo por mantener viva la llama de la cultura nacional.

Este reconocimiento no lo vemos como una meta, sino como un punto de partida hacia nuevas cimas. Seguiremos llevando las voces de nuestra tierra, el eco de nuestros volcanes y el rumor de nuestro mar a cada escenario posible del planeta.

Porque, como nos recordó Pedro Geoffroy Rivas, somos —y seguiremos siendo— los nietos del jaguar. Que mientras tengamos voz, El Salvador seguirá sonando en el mundo.

Muchas gracias.

Loading